Buscar
Últimos temas
Mejores posteadores
lunna | ||||
arturubi | ||||
Hiarbas | ||||
ysha | ||||
uruloki | ||||
marikoke | ||||
-ancutza- | ||||
Dragon_Blanco | ||||
-Pregador- | ||||
Toscram |
¿Quién está en línea?
En total hay 1 usuario en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 1 Invitado Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 31 durante el Dom Sep 12, 2021 1:29 am
El abuelo de las palomas
Página 1 de 1.
El abuelo de las palomas
Yo aún era pequeño entonces, y aquel señor encorvado, cargado de años me parecía una especie de ser misterioso, un gran enigma cargado de recuerdos, y de bondad. En mis infantiles ojos, lo veía como un mago capaz de la mayor de las maravillas, y allí estaba yo, presto a contemplar una de ellas.
Cada tarde, al salir del colegio, lo veía bajar despacio, hacia una plaza de mi barrio. Paso a paso, sin ninguna prisa aparente, siempre apoyado en un bastón de caña, se aproximaba al mismo banco de cada día y comenzaba aquel ritual que a mi tanto me maravillaba.
De una bolsa que llevaba en la mano, sacaba un tesoro digno del mayor pirata, un pedazo de pan seco. Lo miraba como sopesando si tendría bastante, o quizá, calculando cuanto rato le duraría. Entonces como si aquel gesto fuera un pase mágico, todas las palomas de la plaza bajaban volando y se ponían alrededor de el, incluso algunas, se le subían a las manos, como si tuvieran prisa por degustar aquel manjar. Él, con una calma estudiada, haciéndolas esperar un instante, poco a poco desmenuzaba el pan, y se lo daba.
Yo miraba aquel gesto y aguantaba la respiración hasta que las palomas empezaban a comer, como si yo mismo tuviera miedo de que finalmente, el pan no llegara al suelo, y me embargaba una especie de éxtasis, al ver que tal y como iba cayendo desaparecía en aquellos buches que lo esperaban como si fuera un maná. Era fantástico, cuando yo sea viejo, me decía, seré como él.
Tuve entonces la mala suerte, de coger unas paperas, que si bien no tenían mas importancia, a mí, me privaban de bajar a la plaza. Estoy seguro, que me dolía mas eso, que los aguijonazos que me propinaba la sra. Carmen, la a.t.s, por prescripción medica.
Pero un día me vi libre de semejante tormento y pude de nuevo bajar a la plaza, pero aquel día el viejo no llego, y las palomas mirándose unas a otras parecían preguntarse por que. Realmente era muy extraño, porque él, jamas había faltado a la cita. Me marche hacia mi casa con una extraña sensación, aquello no era normal.
Durante unos días regrese a la plaza con la esperanza de que todo hubiera sido una falsa alarma, con la esperanza de encontrarlo de nuevo, pero entonces alguien me dijo que ya no iba a volver, que había tenido que acudir a una cita de la cual ya no se regresa, y recuerdo que sentándome en el mismo sitio que el lo hacia lloré, sin yo saberlo, había perdido un amigo al que nunca conocí.
Ahora, muchos años después, cuando paso por aquella plaza y veo las palomas me acuerdo de aquel viejo. Parece que en el fondo de su mirada aun lo añoren. Yo no soy paloma, y también lo añoro.
Cada tarde, al salir del colegio, lo veía bajar despacio, hacia una plaza de mi barrio. Paso a paso, sin ninguna prisa aparente, siempre apoyado en un bastón de caña, se aproximaba al mismo banco de cada día y comenzaba aquel ritual que a mi tanto me maravillaba.
De una bolsa que llevaba en la mano, sacaba un tesoro digno del mayor pirata, un pedazo de pan seco. Lo miraba como sopesando si tendría bastante, o quizá, calculando cuanto rato le duraría. Entonces como si aquel gesto fuera un pase mágico, todas las palomas de la plaza bajaban volando y se ponían alrededor de el, incluso algunas, se le subían a las manos, como si tuvieran prisa por degustar aquel manjar. Él, con una calma estudiada, haciéndolas esperar un instante, poco a poco desmenuzaba el pan, y se lo daba.
Yo miraba aquel gesto y aguantaba la respiración hasta que las palomas empezaban a comer, como si yo mismo tuviera miedo de que finalmente, el pan no llegara al suelo, y me embargaba una especie de éxtasis, al ver que tal y como iba cayendo desaparecía en aquellos buches que lo esperaban como si fuera un maná. Era fantástico, cuando yo sea viejo, me decía, seré como él.
Tuve entonces la mala suerte, de coger unas paperas, que si bien no tenían mas importancia, a mí, me privaban de bajar a la plaza. Estoy seguro, que me dolía mas eso, que los aguijonazos que me propinaba la sra. Carmen, la a.t.s, por prescripción medica.
Pero un día me vi libre de semejante tormento y pude de nuevo bajar a la plaza, pero aquel día el viejo no llego, y las palomas mirándose unas a otras parecían preguntarse por que. Realmente era muy extraño, porque él, jamas había faltado a la cita. Me marche hacia mi casa con una extraña sensación, aquello no era normal.
Durante unos días regrese a la plaza con la esperanza de que todo hubiera sido una falsa alarma, con la esperanza de encontrarlo de nuevo, pero entonces alguien me dijo que ya no iba a volver, que había tenido que acudir a una cita de la cual ya no se regresa, y recuerdo que sentándome en el mismo sitio que el lo hacia lloré, sin yo saberlo, había perdido un amigo al que nunca conocí.
Ahora, muchos años después, cuando paso por aquella plaza y veo las palomas me acuerdo de aquel viejo. Parece que en el fondo de su mirada aun lo añoren. Yo no soy paloma, y también lo añoro.
Toscram- Maestros DRAG
- Mensajes : 85
Fecha de inscripción : 26/01/2010
Edad : 60
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
Mar Ago 03, 2010 7:42 pm por Toscram
» Corre
Miér Jul 28, 2010 1:50 am por Hiarbas
» La mascota
Sáb Jul 24, 2010 3:45 am por Hiarbas
» Los nombres de nuestros heroes
Jue Jul 22, 2010 11:43 pm por finerfin
» Marikoke
Miér Jul 07, 2010 7:39 pm por Toscram
» Felicidades princesa (lunna)
Mar Jun 29, 2010 1:05 am por Toscram
» Catarsis
Vie Jun 25, 2010 11:42 pm por Toscram
» Blanca noche
Sáb Jun 19, 2010 6:54 pm por Hiarbas
» historia hecha en semana santa
Vie Jun 18, 2010 11:55 pm por lunna