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Corre
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Corre
Corría ligero como el viento, sintiendo en sus piernas el fresco roció depositado en la hierba. Era muy temprano pero necesitaba correr antes de empezar la dura rutina diaria, por eso se levantaba al alba para salir a correr por el gran parque que lindaba con su edificio. La verdad es que era algo maravilloso tener tan cerca un trozo de naturaleza, en aquella enorme ciudad gris en la que vivía.
El cansancio comenzaba a notarse en su esfuerzo y eso le llenaba de energía pues sabia que era el resultado de algo bueno, sabia que un día mas había sido libre y salvaje a su manera, por un corto espacio de tiempo.
Encamino su carrera hacia la salida que le llevaba hasta su domicilio pero algo le hizo parar, sintió un escalofrió al escuchar un leve gruñido a su izquierda entre el tupido follaje del parque. La sangre se le congelo e hizo que sus músculos parasen en su trotar alegre. El sol había comenzado ya hacia rato a calentar con lo cual todo estaba lleno de luz y de vida pero aun así le produjo una sensación de oscuridad y de maldad aquella zona del parque, que después del primer parón por el miedo, ahora le lanabao en una alocada carrera por alcanzar cuanto antes la salida y la entrada de su fortaleza.
Corrió rápido, había olvidado por completo el cansancio, pero no quiso mirar atrás pues tenia la sensación de que algo le seguía en su carrera y no quería saber lo que era. Sentia una presencia tras el, sentía que cada vez se le acercaba mas, y veía como la maldita verja no terminaba nunca de llegar, llego a pensar que estaba congelado en el aire y que por eso no avanzaba pero aun así no miro ni al suelo ni a su espalda solo a la verja, solo a la puerta de esta, su meta. Y cuando por fin la cruzo sintió una enorme sensación de triunfo como si al cruzarla todo se quedase tras de el en el parque y nada pudiera ya hacerle daño.
Freno su carrera con una sonrisa de gloria en su rostro y se paro en la acera de la calle, exhausto apoyado en sus rodillas miro por encima de su hombro hacia el parque, por si veía que era aquello que lo seguía, y para su sorpresa vio una figura negra acercarse a gran velocidad hacia el. El horror hizo desintegrarse la ridícula sonrisa que adornaba su cara y le pinto un terrible gesto de miedo. Trato de comenzar a correr de nuevo pero sabia que era inútil, aquellos preciosos segundos que había perdido en disfrutar su victoria habían sido su perdición. Sintió como se acercaba la figura negra hasta el lugar donde estaba, noto sobre manera como algo le agarraba los tobillos y se abalanzaba sobre el, percibió el aliento en su espalda. Estaba perdido. Se dejo caer al suelo, clavando la rodilla en el duro asfalto, y sintiendo el dolor de su carne al desgarrarse por el impacto. Grito de dolor y giro su cuerpo para caer de espalda y no hacerse mas daño.
Y entonces lo vio, negro, peludo, babeante, abalanzándose sobre su pecho, el mismo que casi no podía sujetar dentro a su alocado corazón, que seguía en su carrera frenética hacia el infarto. Lo miro con los ojos muy abiertos pues no podía creer lo que estaba viendo. Y de repente el sonido de un claxon de coche le hizo reaccionar, estaba sobre el asfalto de la calle y cortaba el paso. Miro a su agresor y una risa histérica inundo toda la calle, sobre su pecho estaba Gufi, el perro de su vecino, tan cariñoso como siempre. Trato de levantarse pero tenia la rodilla destrozada por la caída. El conductor bajo del coche y le propuso llevarle al hospital, pero el no quiso pues estaba a pocas manzanas el hospital y tenia la ayuda de su vecino.
Lo que nunca llego a entender el conductor es como aquel hombre con la rodilla destrozada, la carne rasgada y mostrando el hueso, podía estar riéndose a carcajadas sin importarle el dolor. Le pareció algo increíble.
El cansancio comenzaba a notarse en su esfuerzo y eso le llenaba de energía pues sabia que era el resultado de algo bueno, sabia que un día mas había sido libre y salvaje a su manera, por un corto espacio de tiempo.
Encamino su carrera hacia la salida que le llevaba hasta su domicilio pero algo le hizo parar, sintió un escalofrió al escuchar un leve gruñido a su izquierda entre el tupido follaje del parque. La sangre se le congelo e hizo que sus músculos parasen en su trotar alegre. El sol había comenzado ya hacia rato a calentar con lo cual todo estaba lleno de luz y de vida pero aun así le produjo una sensación de oscuridad y de maldad aquella zona del parque, que después del primer parón por el miedo, ahora le lanabao en una alocada carrera por alcanzar cuanto antes la salida y la entrada de su fortaleza.
Corrió rápido, había olvidado por completo el cansancio, pero no quiso mirar atrás pues tenia la sensación de que algo le seguía en su carrera y no quería saber lo que era. Sentia una presencia tras el, sentía que cada vez se le acercaba mas, y veía como la maldita verja no terminaba nunca de llegar, llego a pensar que estaba congelado en el aire y que por eso no avanzaba pero aun así no miro ni al suelo ni a su espalda solo a la verja, solo a la puerta de esta, su meta. Y cuando por fin la cruzo sintió una enorme sensación de triunfo como si al cruzarla todo se quedase tras de el en el parque y nada pudiera ya hacerle daño.
Freno su carrera con una sonrisa de gloria en su rostro y se paro en la acera de la calle, exhausto apoyado en sus rodillas miro por encima de su hombro hacia el parque, por si veía que era aquello que lo seguía, y para su sorpresa vio una figura negra acercarse a gran velocidad hacia el. El horror hizo desintegrarse la ridícula sonrisa que adornaba su cara y le pinto un terrible gesto de miedo. Trato de comenzar a correr de nuevo pero sabia que era inútil, aquellos preciosos segundos que había perdido en disfrutar su victoria habían sido su perdición. Sintió como se acercaba la figura negra hasta el lugar donde estaba, noto sobre manera como algo le agarraba los tobillos y se abalanzaba sobre el, percibió el aliento en su espalda. Estaba perdido. Se dejo caer al suelo, clavando la rodilla en el duro asfalto, y sintiendo el dolor de su carne al desgarrarse por el impacto. Grito de dolor y giro su cuerpo para caer de espalda y no hacerse mas daño.
Y entonces lo vio, negro, peludo, babeante, abalanzándose sobre su pecho, el mismo que casi no podía sujetar dentro a su alocado corazón, que seguía en su carrera frenética hacia el infarto. Lo miro con los ojos muy abiertos pues no podía creer lo que estaba viendo. Y de repente el sonido de un claxon de coche le hizo reaccionar, estaba sobre el asfalto de la calle y cortaba el paso. Miro a su agresor y una risa histérica inundo toda la calle, sobre su pecho estaba Gufi, el perro de su vecino, tan cariñoso como siempre. Trato de levantarse pero tenia la rodilla destrozada por la caída. El conductor bajo del coche y le propuso llevarle al hospital, pero el no quiso pues estaba a pocas manzanas el hospital y tenia la ayuda de su vecino.
Lo que nunca llego a entender el conductor es como aquel hombre con la rodilla destrozada, la carne rasgada y mostrando el hueso, podía estar riéndose a carcajadas sin importarle el dolor. Le pareció algo increíble.
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Mar Ago 03, 2010 7:42 pm por Toscram
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