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Marikoke

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Mensaje  Hiarbas Jue Jul 01, 2010 5:18 pm


Cuentan los mas viejos
narradores de las tierras altas de Xhodon, esta historia que con su permiso me
atrevo a contaros. En los tiempos del nacimiento de la magia en este nuestro
mundo, Xhodon, en el cálido este, acariciada por el sol y arrullada por la
dulce melodía del mar, nació creció y comenzó a despertar a la magia, una
chispeante y revoltosa maguita, de alegre sonrisa y mas despiertos ojos.



Crecía arropada por su mar,
ajena a las luchas que ya entonces comenzaban a asolar las tierras altas del
mundo mágico. No obstante su formación
en la magia no era escasa ya que su abuelo, el gran Mago Dargekoke, como
Archimago maestro del gremio, había encontrado y despertado en ella la chispa
que daba vida a la magia. La estaba instruyendo en las artes de la vivificación
así como en el dominio de las criaturas y en el control de su magia. Para
ella todo aquello no dejaba de ser un juego mas, algunas veces aburrido y otras
muy divertido, especialmente cuando podía jugar con los pegasos y sus grandes
alas, y volar sobre ellos. Cabalgando
sobre las nubes, surcando los cielos y asustando a las aves. La felicidad era su estado natural, todo a
su alrededor desprendía un dulce aroma a paz.



Su vida transcurría ajena a las grandes
turbulencias que azotaban las tierras altas del mundo mágico, ajena al dolor y
el sufrimiento que se estaba produciendo en aquel maravilloso mundo. Pero
Dargekoke sabia de la importancia de ella en el discurrir de la historia, en
esa historia que aun no estaba escrita pero que ya estaba marcada. Por ello y a pesar de las protestas de la
maga no dejaba ningún día de darle nuevos conocimientos, no dejaba de enseñarla
nuevas estrategias, incluso la animaba a ejercitar lo aprendido simulando
batallas con sus compañeros magos. Ella lo seguía viendo todo como un juego y
gracias a ello los conocimientos se agolpaban dentro de ella sin que apenas se
diera cuenta de que los estaba adquiriendo. Pero
los demás si comprendían que cada dia su poder era mayor y su luz también
aumentaba cada día llenándoles de paz y de tranquilidad a todos cuantos la
rodeaban.



Estando así las cosas llegaron desde el norte
de las marismas noticias de posibles incursiones de espías en el terreno de los
pueblos ribereños. Dargekoke comprendió que la situación se volvía
difícil y que las huestes oscuras aproximaban su cerco sobre la que sospechaban
guardaba un poder que ellos podrían utilizar.
Rápido en la estrategia, mando a sus mejores magos a situarse
estratégicamente para recibir las primeras incursiones del enemigo, pero cuando
lo vieron aproximarse comprendieron que ni todos juntos podrían hacerle frente,
por ello dieron rápido aviso a Dargekoke de lo complicado de la situación.



Las huestes enemigas formaban un formidable ejército,
el más poderoso que jamás habían visto sus ojos, y también el más terrorífico,
su aspecto desde la lejanía aterrorizaba.
Las formaciones perfectas, la
sincronización impecable, hacían que el suelo temblase a cada paso del ejército
ya que este se producía como si fuese uno solo el que lo hiciera. Los magos ribereños organizaron sus asustadas
tropas para intentar hacer frente al poderoso enemigo, sabedores de lo
imposible de su misión. Mientras en el
palacio de Dargekoke, este intentaba encontrar la mejor manera de hacerle ver a
la maga que había llegado su momento. Su
cabeza no paraba de crear frases y artificios que le sirvieran para hacerla ver
la importancia de lo que en breve tiempo tendría que afrontar. En ello estaba cuando en la sala entro la
joven maga. La miro y sus ojos no vieron
a la chiquilla que un instante antes había dejado jugando con dos duendes en el
patio. Desprendía una luz
diferente, más fuerte, más poderosa, más
inquietante. Su mirada había abandonado
la ternura de su juventud para reflejar firmeza y autoridad, su cuerpo se movia ahora con una templanza
digna del mas alto de los magos.
Dargekoke no salía de su asombro ante el increíble cambio. “Que te paso mi niña, pareces distinta” sus palabras, cargadas de preocupación y a la
vez de esperanza, apenas salieron de su
boca en un susurro, la sorpresa seguía dominándolo. “Dargenkoke se lo que pasa, se lo que he de
hacer, no me preguntes como, solo se que cuando he oído a los guerreros hablar sobre el ejercito oscuro que pretende
acabar con la felicidad de mis amigos, algo dentro de mi ha explotado y sin
saber cómo me ha cambiado”. Dargenkoke
seguía mirándola como si fuera la primera vez que la contemplara, y a la vez la miraba como mira el siervo a su
amo, pues sin saber porque dentro de el había crecido la sensación de que ella
era la autentica maestra de la magia, la portadora de la esencia de esta. La miraba y solo veía poder, magia, amor,
todo en uno, y en ese instante comprendió que ya era al fin la guía que
necesitaban, el faro que los conduciría al puerto sin quebrar sus naves. “Hija mía
ha nacido en ti la llama de la esperanza de nuestro pueblo, tu eres la luz que
nos guiara, tu eres la fuente de amor que vencerá a la oscuridad” Sus palabras le sonaron tontas y escasas de
significado ante lo que el sabia que tenia ante él. Sabía que era mucho más que eso, pero no sabía
como expresarlo. “Ya ha llegado tu
momento y es hora que portes tus armas y se te conozca por tu nombre”. Ella le miro con sorpresa, “¿Mi nombre? ¿Pues no lo conoce ya todo el mundo?” Dargenkoke la miro con una tímida sonrisa en
los labios “Tu nombre de nacimiento si es conocido por los que te quieren y los
que te rodean, pero hoy se ha dado a
conocer tu nombre mágico, tu nombre de poder,
hoy fuiste bautizada por la magia y esta te concedió el nombre de
Marikoke” Los ojos de la joven maga
explotaron en un llanto de alegría, su ser entero recibió el conocimiento de su
nombre con júbilo. Y un nuevo aumento
de poder, de luz, de magia, se experimento en ella. “Ya estas completa, es la hora de la batalla” Marikoke acepto la encomienda del que hasta
ahora era su maestro y se dispuso a salir presta a enfrentar al enemigo.






En las lindes del las marismas los magos cada vez temían mas por la situación en que
quedaría el reino ribereño tras su derrota, pues esta cada vez la veían mas
cercana. Y no era para menos pues los
malditos troles no paraban de lanzar enormes piedras que en su caída aplastaban
a sus tropas. Y los arqueros sembraban de saetas los cielos cada cinco minutos
diezmando las asustadas tropas de los magos de luz. La
desesperación se reflejaba en el rostro de los guerreros, a pesar de no haber
podido aun cruzar sus armas con el enemigo que se obstinaba en no avanzar, solo
los diezmaban desde la distancia. Y
entonces, por lo alto de la loma de Yekin
un resplandor, llamo la atención de los magos y sus tropas. Una luz de esperanza avanzaba hacia la
retaguardia de las tropas oscuras, y tras ella un formidable ejercito de hadas,
sacerdotes, gigantes árbol, enanos, centauros y demás criaturas avanzaban
resplandecientes, brillantes, parecía
que emanasen luz. La confusión se
apodero de las filas oscuras y sus magos tuvieron que hacer un gran esfuerzo
por mantener la disciplina entre sus tropas, pero de poco los sirvió, cuando la
dama Marikoke que encabezaba las huestes de luz, acerco su corcel a las filas
de los asustados trol estos cayeron a sus pies fulminados, como si un rayo los
hubiese alcanzado. El brioso galopar del
rocín de Marikoke comenzó a partir en
dos el grandioso ejército oscuro mientras sus tropas comenzaban a eliminar a
sus adversarios abriendo un amplio abanico en el centro de su retaguardia. Los magos defensores comprendieron que ese
era su momento y alentaron a sus tropas a entrar en batalla empujado por el
poder que veían emanar de la que era su nueva líder. La ardorosa maniobra sorprendió a la
vanguardia de las tropas oscuras que tardaron demasiado en reaccionar al estar más
preocupados por lo que a sus espaldas sucedía.
La batalla fue sangrienta, los dos ejércitos lucharon con ardor hasta el
último aliento pero el impulso de la dama de la magia Marikoke decanto la
balanza en exceso hacia el lado de la luz.
Las tropas oscuras se batieron en
retirada y sus magos rindieron honores a los vencedores. La batalla había llegado a su fin pero la
oscuridad sabia de su nueva contrincante desde ese momento, y comenzó a
preparar un nuevo asedio.



Marikoke maduro bruscamente a raíz de la batalla, toda ella
era una nueva persona, mas segura, mas fuerte, mas autosuficiente, era como si
en su interior se hubiera roto un sello que guardara todos los conocimientos
que lentamente el maestros Dragenkoke la había ido inculcando desde su infancia. Un
impetuoso rio de sabiduría la inundaba en su interior, cosa que la tenia
aturdida, pues era enorme lo que comenzaba a comprender que podía realizar, el
poder que podía dominar, la magia que podía canalizar. “Maestra, los sabios maestros del consejo la
esperan en el salón del trono”, las palabras del mensajero la hicieron regresar
de sus pensamientos, con un gesto de su cabeza hizo comprender al mensajero que
ya se encaminaba al lugar que le indicaba, pero en su interior la sorpresa
estallo de nuevo, era Maestra y la invitaban al salón de los maestros, la sala
en la que se dirigían los designios de todos los que la rodeaban. La felicidad estaba alimentándola, la estaba
saciando y ella lo disfrutaba plenamente.
Con paso lento pero decidido, no quería que los demás notaran su
impaciencia, se dirigió a la puerta del salón del trono. Al llegar a ellas los sacerdotes que las
custodiaban las abrieron solemnemente para dejarla pasar. Por fin estaba dentro, por fin era una igual
ante los demás maestros. El maestro
supremo se acerco a ella y le indico uno de los sillones que se encontraban
situados frente al gran trono vacio que representaba la igualdad entre las
gentes de la comarca, pues los maestros siempre decían que al no haber rey
todos eran iguales, aunque unos fueran mas iguales que otros. “Bienvenida a tu nuevo hogar, y a este
nuestro consejo de decisiones, desde hoy serás maestra de la comarca y deberás
cumplir con tus obligaciones como tal.
Son sencillas pero ineludibles, solo has de apoyar y ayudar a la gente,
comprenderlos y mimarlos, pero ante todo
ser un referente para ellos, esto quiere
decir que de ti se exige rectitud, saber
estar y compromiso”. Las palabras del
maestro supremo las conocía de sobra pues mil veces se las había dicho antes
Dargenkoke y mil veces las había ignorado, pero hoy comprendía que desde ese
día ya serian su ley de via.



“Esta es una época difícil, tal vez no sea la mas adecuada
para dar el poder a nuevos maestros, pero tu no has sido elegida para el
puesto, tu simplemente has nacido para ello, con lo cual el momento es
indiferente ante tus cualidades y poderes, nos lo has arrebatado de las manos,
con soberbia y autoridad, es tu destino, y creo que no es el fin de tu camino
sino solo el principio de lo que has de llegar a hacer por todos
nosotros”. Las palabras del maestro
supremo hicieron que su corazón se encogiera y acurrucara en un rincón de su
pecho, asustado ante tanta responsabilidad.
Sus ojos expresaban claramente su estado de sorpresa y excitación,
parecían dos globos a punto de estallar. No sabía que hacer ni que decir. En ese momento se levanto la figura de
Dargenkoke y sintió caer un manto de protección sobre sus hombros que la
tranquilizaron. “Queridos maestros, el rostro
de la salvadora nos ha sido mostrado para nuestro regocijo, y ahora hemos de
ser nosotros los que la rindamos honores y la acompañemos en su difícil
andadura, pero eso será mañana, ahora dejémosla asimilar su nueva condición y arropémosla
con cariño que es lo que mas necesita ahora mismo”. El foro de magos se levanto de sus cómodos
sillones y con las caras iluminadas de felicidad se encaminaron todos a abrazar
y mostrar su cariño mas sincero a Marikoke.
Las caras de aquellos venerables magos la cargaron de energía y de paz,
la saturaron, la llenaron de energía,
pero ante todo la hicieron muy feliz.
Los siguientes días pasaron entre el gozo y el disfrute, sin darse
cuenta de que cerca de allí el mundo se desmoronaba. Muchos trataron de hacerla llegar sus
peticiones de auxilio pero Dargenkoke hizo de filtro pues el y solo el sabía lo
que a ella la esperaba y que todo aquello eran minucias comparado con su misión



Paso el tiempo y las hordas enemigas prosiguieron en su
implacable destrucción de todo lo que ellos querían y disfrutaban. Dargenkoke comprendió que no podía dilatar
mas la tarea para la que había sido instruida Marikoke, aquello para lo que le
habían sido concedidos todos sus dones.
Esa misma tarde fue a visitarla a los jardines de palacio, “Mi dulce niña ha llegado el momento del que
tanto te hable. Hemos de partir y enfrentarnos al mal, incrustarnos en su
corazón y hacerlo sangrar para que desaloje de su ser toda la podredumbre que
lo oprime y así atraerlo a nuestro lado”.
Las palabras de su maestro la sonaron a misión suicida a la para que
imposible. Como podrían ellos llegar a
enfrentarse al Sumo Archimago si su ejército había caído ante el empuje de las
fuerzas oscuras. “Pero maestro como vamos a acercarnos a él”. Dargenkoke
sonrió ante la candidez de su pupila y mirándola con toda la ternura que
en el albergaba la dijo “Mi inocente Dama aun no eres consciente de quien eres
ni de que atesoras en tu interior, mejor será que lo compruebes por ti misma
pues por muchas palabras que de mi boca salieran, estoy seguro que ninguna
llegaría a hacerte comprender lo que representas
para nosotros”. Sin decir mas
Dargenkoke salió del jardín portando una enorme sonrisa de satisfacción en el
rostro, pues comprendía la grandeza de la persona ante la que se
encontraba. Marikoke preparo sus enseres
para comenzar la encomienda de su maestro, nos sin tener grandes dudas sobre cómo
y que es lo que tendrían que realizar, pero tenía una fe ciega en él y estaba
dispuesta a seguirle donde él la dijera.
A la mañana siguiente ambos se encontraron en el patio del palacio
montados cada cual en su cabalgadura.
Marikoke desolada miro a su alrededor, no había ejército que les
acompañara, el miedo comenzó a abrirse paso en su interior. “No los busques no nos acompañara nadie, no
los necesitamos” “Pero como no vamos a necesitarlos, nos van a destrozar si
ellos” “Ten fe, confía en mí, no pasara nada” Y dicho esto se encamino hacia el
portón del palacio. Sus monturas
cabalgaron rápidas por la comarca hasta llegar a los límites de esta donde las
cambiaron por unas nuevas y frescas. Al
anochecer se encontraron en el la frontera del reino oscuro. Ante ellos un poderoso ejército acampado a la
espera de órdenes les impedía el paso.
Darguenkoke tomo las riendas del caballo de Marikoke y comenzó a avanzar
hacia el ejército enemigo. Ella no sabía
dónde meterse, su corazón cabalgaba mil veces mas rápido que lo había hecho su
caballo a lo largo de la jornada, sus manos temblaban ante la impresión que le
causaban las fuerzas del enemigo, toda ella estaba agarrotada por el
miedo. Pero según fueron acercándose al
frente del ejército enemigo algo extraño comenzó a suceder, algo mágico como
todo lo que ahora la sucedía. Los
enemigos comenzaron a abrir un paso entre sus filas, les abrieron un camino y
además al comenzar a pasar por el todos se inclinaban ante ella, todos….



Marikoke irguió su figura en el caballo tratando de
aparentar superioridad y altanería. “No es necesario que te esfuerces, ellos no
se inclinan ante ti por lo estirada que estes, lo hacen porque ven tu poder, lo
sienten y te respetan y temen en la misma medida”. Las palabras de Darguenkoke no la
tranquilizaron, aunque si consiguieron que relajara su postura en el
caballo. Cruzaron las filas enemigas hasta llegar al otro lado
de estas y desde allí cabalgaron veloces
hacia el oeste. Dos jornadas tardaron en llegar al palacio
del Sumo Archimago, durante ellas no encontraron oposición en las tropas
enemigas ya que estas se rindieron a ellos franqueándoles el paso, fueran donde
fueran. En las posadas les sirvieron con cariño y
amabilidad, y todos a su alrededor se llenaron de paz y felicidad, disfrutaron
del gozo que les proporcionaba la presencia de la maga entre ellos y
correspondieron con todo lo que a su disposición tenían. Marikoke no dejaba de estar sumamente
extrañada de cómo se comportaban todos a su alrededor y aunque trataba de no
atosigar a su abuelo y maestro en su interior crecía a cada instante una duda
sobre el porqué de todo aquello. No
acababa de comprender como de ser una chica normal, que hace unos días estaba
con sus amigas, ahora se había convertido en alguien tan llamativo para el resto
de la gente, como de pasar inadvertida para todos, ahora era el centro de
atención de todos los que la rodeaban.
Draguenkoke pareció adivinar sus pensamientos y con un tierno gesto de
su mano, la acaricio la mejilla y la abrazo con dulzura, “Mi dulce niña, se que
aun no comprendes lo que te pasa, pero
solo has de mirar en tu interior para ver lo que los demás ven en ti, ahora
mismo se que no quieres verlo por mas que lo intentes pues te oprimen los
cambios y el deseo de regresar a lo que
antes tenias, pero piensa que es para bien, lo que te está pasando es lo mejor
que le puede pasar a nadie en este nuestro mundo, eres la portadora de la paz,
de la alegría, de la esperanza, y pronto se que veras en tu interior esa llama
que todos saben y ya ven en ti”. La
ternura de sus palabras la reconfortaron pero no consiguieron disipar sus
pensamientos confusos, aunque como tenía una fe ciega en su abuelo, se propuso
no pensar de momento mas en ello….



Llegaron por fin al valle donde se erguía altanero el
palacio del Sumo Archimago. Ante sus
altas puestas, centenares de trols hacían guardia permanentemente, y una legión
de ángeles de la muerte sobrevolaban los alrededores evitando que se aproximara
nadie que no tuviera permitido el paso.
Desde lo alto de la última loma antes de llegar al valle los dos
viajeros miraron con temor lo que ante ellos se encontraba. La lucha sería inútil, con lo cual todo lo
fiaban a las maravillosas dotes de Marikoke. Sin ninguna prisa condujeron sus monturas
hacia las negras puertas del palacio,
los trols se movían intranquilos al verlos acercarse, sus instintos
guerreros los empujaban a enfrentarse a aquellos dos insignificantes viajeros y
destrozarlos sin pedir explicaciones, pero a la vez en su interior algo les
hacia contenerse al mirar la luz que desprendía aquella muchacha. Algo parecido les estaba sucediendo a los ángeles
en el cielo pues sentían las ansias asesinas de destrozar a aquellas dos presas
fáciles, pero una extraña sensación les invadía, algo que les impedía lanzarse
en picado sobre aquellos pobres
aventureros, algo que hacia
despertar en ellos su antigua condición
de protectores del bien. Las dos
pequeñas figuras llegaron a las puertas del palacio sin recibir ni un solo
rasguños de los terribles guardianes, y ante ellas se pararon a la espera de
que estas se abrieran. Poco tuvieron
que esperar para ello pues al cabo de un rato las puertas se movieron dejando
paso a los osados visitantes. El patio
del palacio era un hervidero de actividad, una enorme cantidad de seres se movían de un lado a otro realizando las
tareas que sus superiores les encomendaban.
Cuando Marikoke llego al centro del patio, la actividad ceso por
completo. Todos dirigieron su atención
ante la frágil dama que ante ellos lucia su don especial. Su luz desarmo por completo las defensas
del palacio, las tropas cayeron rendidas ante ella. Darguenkoke a pesar de haber visto ya
realizar el prodigio en varias ocasiones, seguía sin salir de su asombro, ante
ellos las mas fieras y poderosas tropas del Sumo Archimago rendían sus armas,
realmente no podía creerlo. Pero era
cierto, y con la certeza se lleno su
espíritu de la más grande de las esperanzas,
Tenia de nuevo la ilusión de un adolescente que corre alocadamente en
pos de un ideal perdido. Asió con fuerza
la mano de su nieta y la hizo encaminarse a las amplias escalinatas que
conducían al salón del trono. Marikoke
no quería seguir los mandatos de su abuelo y mentor, pero la devoción que a el
le profesaba la hacían seguirle donde quisiera este llevarla. El salón del trono era un lugar oscuro pero
rico en adornos, si algo mas de luz hubiera iluminado la estancia habrían
podido maravillarse de los riquísimos labrados de la sillería, o de los
innumerables tapices que contaban las batallas ganadas por el Sumo Archimago, o
el sin fin de relojes de todo tipo que dormía en los estantes de la sala. “No os habéis parado a mirar mi colección de
relojes, pues es una de las mejores del mundo, pero yo solo los tengo para
recordar que el tiempo aunque se deje de marcar, es inflexible y no para ante
nadie ni nada”. Las palabras habían
surgido de un rincón oscuro del salón.
Allí sentada, una figura triste y decaída, descansaba la cabeza sobre su
mano, El tono de las palabras era lúgubre
y sin vida, daba la sensación de estar hablando un desilusionado del mundo. “Mi
tiempo ha sido imposible pararlo, es mas creo que alguien dio cuerda a mi reloj
sin yo darme cuenta y acelero sus mecanismos haciéndome llegar demasiado pronto
a mi final, y lo más triste es que se que nada puedo hacer para evitarlo. Tu maldita niña has traído la paz a este
mundo, yo también quería hacerlo, y quería que fuera a mi a quien la historia
recordara como el gran líder que unió a todos los pueblos mágicos. Pero no, tuviste que llegar tu con tu luz y
tu paz interna a estropear lo que tanto esfuerzo me había costado
arrancar. Ya lo tenía casi en cuesta
abajo,,,,, pero la ilusión y la esperanza han conseguido apagar el terror con
el que estaba sometiendo al pueblo. Y si
te pararas a pensarlo verías que no soy tan malo como tu mirada indica ahora
mismo, pues mi idea de aterrorizar al pueblo no era mas que el camino para
liberarlos mas adelante y que me vieran como su salvador. Ves ¿A
que era buena la idea?” Marikoke miro
con odio a aquel ser retorcido que era capaz de infligir dolor para luego sanar
al necesitado y ser su salvador. No
podía sino horrorizarse ante la idea por mucho que a el le pareciera brillante. Pero en poco tiempo su actitud hacia el
cambio por completo al comprender la soledad que debía acosar a aquel hombre
para tramar semejante plan con tal de ser querido. “El cariño de la gente no se arranca como una
mala hierba, se ha de cultivar y regar a diario para que crezca sano y fuerte y
su tallo sea vigoroso y ancho, para soportar las inclemencias, si tratas de
arrancárselo a la gente ese carriño será vacio y fugaz y pronto se convertirá
en temor y sospecha,” El Sumo Archimago
se sorprendió ante la profundidad de los pensamientos de Marikoke, hasta ella
no comprendía de donde le había salido tal parrafada, y temió aun mas a la niña
que a el se enfrentaba. “Basta, no estoy
para oír tus sermones mi tiempo se agota pero se que si te venzo podre
prorrogar mi cuenta atrás, “ Sin darla
tiempo a reaccionar una brillante luz cruzo el salón y sintió en su cuello el
aliento del Sumo Archimago “Estoy cansado, triste y casi acabado pero mis
recursos son grandes aun tierna niña” Le
sentía demasiado cerca, podía olerle y se sorprendió al comprobar que desprendía
un dulce y fresco aroma a lavanda. El
Sumo Archimago recito un hechizo y dispuso sus manos para ejecutarlo cuando una
campana de energía envolvió a la joven maga.
Su abuelo había realizado un sortilegio de protección, El sumo
Archimago, enfurecido, lanzo una bola de fuego al pecho de Darguenkoke que este
apenas pudo esquivar. Marikoke
reacciono ante la situación y comenzó a lanzar conjuros y hechizo, rápido muy
rápido, casi sin saber porque, casi a lo loco, casi sin sentido. El Sumo Archimago se rio a carcajadas viendo
lo disparatado del ataque de marikoke, e incluso su abuelos la miro sorprendido
sin comprender nada. Pero cuando llevaba
una alta baterías de conjuros lanzados y estos estaban por toda la sala moviéndose,
Marikoke comprendió que su gran momento había llegado, alzo sus manos y gritando alto conjuro a los
elementos, una tenue nube blanquecina comenzó a a girar por todo el salón, un frio rumor la
acompañaba, y a su vez una débil luz comenzó a iluminar el salón. “Bien si sabe hacer cositas bonitas y todo”
El Sumo Archimago lanzo una poderosa bola de fuego conta el pecho de Marikoke
pero esta se desintegro antes de acercarse a su destino, Es Sumo Archimago se quedo altamente
sorpendido y para contrarrestar mando tres poderosos hechizos contra su rival,
pero todos siguieron la misma suerte que el primero. Marikoke seguía concentrada en su tarea, ni
siquiera se había percatado de lo que el Sumo Archimago acababa de hacer. Abrió los ojos y contemplo la bola de magia
blanca que sobre sus manos se había posado.
Con dulzura dirigió su mirada hacia el contrincante le mostro la mas
bonita de sus sonrisas y le lanzo la bola de magia. El Sumo Archimago miro con suspicacia aquella
gran bola blanca, que mas parecía una tierna nube que un conjuro o un hechizo y
a pesar de sus temores una sonrisa broto en sus labios pensando en lo cómico de
la situación. Ver acercarse aquella
tierna bola de algodón le inspiraba mas ternura que temor, y mas aun dada la
lentitud con que esta se movía por la sala, estaba haciéndose eterna su
llegada, casi tenía ganas que llegara para saber que le esperaba. Y sin mas la gran bola esploto en una lluvia
de confeti blanco que se fue pegando a todo el cuerpo del Sumo Archimago. No comprendía que era aquella pantomima, ya
no le estaba resultando nada simpático y decidió contraatacar, rebusco en su
interior el mas poderoso de sus hechizos y lo lanzo con todo su poder tras de
el, pero no paso nada, nada salió de sus manos,
nada paso en el aire, nada le llego a Marikoke. Confuso trato de hacer uno y otro y otro mas,
todos los conjuros que conocía pero nada partía de su ser, era como si se
hubiera vaciado de magia. Y entonces lo
comprendió, realmente tenia ante el la mas poderosa maga que podía existir pues
había convocado el poder de los elementos para anular la magia, algo que solo
había leído en antiguos textos que se podía hacer pero que nunca un mago había
sido capaz de realizar. Clavo sus
rodillas en el suelo y miro con asombro y fascinación a la dama que ante el se alzaba
poderosa y a la vez calida y humana.
“Gran Dama de la Magia ante ti rindo mi ser pues no existe rival que se
te pueda comparar. Tu eres la vencedora
y tu eres la luz de la magia de nuestro mundo”. Aquellas palabras llenaron de felicidad a
Marikoke que se giro hacia el lugar en el que su abuelo la miraba con lágrimas
en los ojos. “Abuelo y ahora que he de
hacer” “Solo ser tu misma y repartir tu
amor por el mundo” Las palabras de
Darguenkoke abrieron el camino de un nuevo horizonte para el mundo mágico pero
esa ya es otra historia……



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Mensaje  Toscram Miér Jul 07, 2010 7:39 pm

Buena historia hermano, realmente buena, algun dia, cuando yo sea mayor, me gustaria escribir como tu. Sigue asi.
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